Villanueva de la Sierra, ubicada en el extremo más oriental de Sierra de Gata, es la localidad situada a los pies de la Sierra De Dios Padre y mirando al noroeste, lo que le confiere unas especiales vistas de toda la comarca, dominando por completo el Valle del Tralgas.
La villa es punto de encuentro de los caminos que comunican el Valle del Alagón con las Hurdes, la propia Sierra de Gata y la comarca de Trasierra-Granadilla.
Estas tierras estuvieron habitadas desde antiguo, prueba de ello son diversos “laúdes” romanos encontrados en su entorno. En la incorporación definitiva al reino de León su denominación fue Villanueva del Obispo, siendo por aquella época lugar de reposo veraniego y cámara del Obispo de Coria. Su pertenencia a la Orden de Alcántara finaliza al ser transferida al Señorío del Conde De Encinas.
Se intuye fácilmente la ubicación original del caserío en Villanueva, en la parte alta, sobre una pequeña loma y limitado por el solar del Antiguo Castillo (el actual Cementerio). La traza urbana de esta zona es la típica de una villa medieval, calles estrechas en disposición radial con el foco en la Iglesia. Pero Villanueva con el paso del tiempo sufre una transformación urbanística, deja de un lado la configuración original y, ya en la época de la Ilustración, amplia su traza urbana deslizándose ladera abajo, hacia el cruce de los viejos caminos, con dos grandes y amplias calles comunicadas entre sí, en las que se crea un gran espacio abierto de forma rectangular, la plaza de España. La villa es rica en grandes casas solariegas que dejaron en Villanueva de la Sierra sus blasones familiares como testigos en piedra de su presencia en el pasado.
Villanueva es un municipio para el viajero curioso, donde un paseo por sus calles le hará descubrir bellos rincones, una arquitectura que ha recibido influencias tanto de las Hurdes, en sus fabricas de pizarra, como del Valle del Alagón en sus tapiales, aprovechar para refrescarse en sus magníficas fuentes como la del Palacio y disfrutar de unas inusuales vistas de la Sierra de Gata. Para los más atrevidos ofrece el ascenso a la Sierra de Dios Padre desde donde disfrutar de unas vistas únicas de más de 80 pueblos. Después, de manera sosegada, puede el viajero pasearse por la dehesa de "el Carrascal" buen ejemplo de bosque Mediterráneo.
Cuenta además la villa con otros elementos de interés como la iglesia, el Pósito, sus fuentes, las pilas del Bardal, su magnífico magnolio de más de 27 metros de altura declarado árbol singular, las construcciones en piedra de chozos o muros (zajurdones) y los molinos de aceite. Todo ello en un rico entorno con el verde de la sierra, los arroyos y el rio Tralgas con sus pequeños bosques de galería, sus huertas y frutales dentro todo ello del "mar de olivos" que es el valle del Tralgas.
Merece especial mención la fiesta del Árbol, Bien de Interés Cultural, instaurada en 1805 y considerada la más antigua del mundo.